La escuela de Jada y Michelle estaba cerrada por ser un día de capacitación de maestros, por lo que sus padres decidieron tomarse un día libre del trabajo para llevar a la familia a esquiar. Se alegraron al llegar, al ver que no había colas para montarse en los telesillas.

 

Las dos niñas esquiaban bien, por lo que se dirigieron a la zona de la montaña con los senderos de diamantes negros, los más difíciles. Tres diferentes telesillas arrancaban del mismo sitio y subían la montaña hasta un sitio en la cima que conducía a varios senderos diferentes.

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—Tratemos de hacer el mayor número de recorridos —dijo Jada.

 

Se fijaron en un rótulo para decidir cuál de los telesillas debían utilizar. La Caída en Picada tenía asientos para cuatro y capacidad para 1,200 esquiadores por hora. La Agárrate el Gorro tenía asientos para dos, y capacidad para 800 esquiadores por hora. Y la Acantilados Blancos tenía asientos para tres y capacidad para 900 esquiadores por hora. El letrero indicaba que cada telesilla tenía la misma cantidad total de sillas.

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—¿A dónde crees que deberíamos ir? —preguntó Michelle.